Jornalismo e Redes Móveis
Jornalismo e Redes Móveis no LabCom
Jornalismo e Redes Móveis no LabCom
Las reglas del periodismo han cambiado. En el pasado, la publicación de buenas historias ayudaba a captar más lectores, con lo cual crecían las ventas y, con ellas, los beneficios que obtenían los periódicos. Pero ahora esta actividad ya no funciona así. Se rige por otros principios. La crisis ha sacudido a los medios de comunicación con tal virulencia que incluso en los equipos directivos de las cabeceras que parecían consolidadas se han desatado los nervios. De hecho, en un contexto como el actual, las grandes dimensiones de ciertas empresas devienen un problema agudo.
Periódicos como Asahi Shimbun, el segundo más vendido en Japón, con 12 millones de ejemplares al día (ocho millones por la mañana; cuatro, por la tarde), deben asumir la enorme carga que supone pagar el sueldo de 77.000 repartidores diseminados por el país. Por ello, como reconoce el editor digital de la cabecera, Makoto Otsuka, la prioridad de la compañía es “crecer en internet y, sobre todo, en los teléfonos móviles”. Suya es la teoría según la cual las reglas del periodismo de antes no pueden aplicarse en el presente y suya también esta visión del negocio: “Donde más oportunidades tenemos hoy por hoy es en el móvil, pero el camino no es nada fácil. En verdad, estamos en 2009 mucho peor que en 2002. Entonces, teníamos un millón de lectores a través de dispositivos móviles; hoy, sólo 700.000”.
Paradójicamente, tras argumentar que las esperanzas de Asahi Shimbun –un diario fundado en 1879 que da trabajo a unas 5.000 personas, la mitad de ellas, periodistas– se focalizan en el entorno digital, el responsable de la edición electrónica del medio recuerda que continúa siendo “muy complicado” que esta división sea rentable. Y lo demuestra como debe hacerse, es decir, con cifras. Una inserción publicitaria de una página entera cuesta 300.000 euros al día. El anuncio más destacado en su web, 15.000 euros por semana. Además, hay otro formato promocional privilegiado que incorpora la siguiente cláusula: si el número de usuarios que acceden al sitio web del cliente a través del enlace aparecido en el periódico es inferior a 40.000, Asahi.com se compromete a devolverle parte del dinero invertido en la publicidad.
Los 150 empleados del apartado digital de este periódico japonés, de los que únicamente un 13 por ciento son redactores, generan unos ingresos aproximados de 30 millones de euros: la mitad, a través del ciberdiario; una cuarta parte, mediante una base de datos que se vende a colegios, bibliotecas, etc.; y el resto, gracias a los teléfonos celulares. “Nuestra atención se centra preferentemente en este tercer campo”, insiste Otsuka mientras se esfuerza en justificar su estrategia: “Somos 130 millones de habitantes y tenemos 110 millones de móviles. Tres de cada cuatro japoneses navegan por la red. En cambio, contamos con 110 periódicos impresos”.
Este profesional, que antes de adentrarse en la información digital pasó por las oficinas de Asahi Shimbun en Teherán, Varsovia y Viena, se afana igualmente en destacar las “diferencias” (culturales, laborales…) entre Oriente y Occidente. El teléfono, en su país, posee usos que pueden ser considerados exóticos en Europa, por ejemplo, se emplea frecuentemente como monedero digital o como llave para abrir puertas de instalaciones diversas. No obstante, también sirve para disfrutar de programas de televisión y, cómo no, con un ancho de banda envidiable, para perderse entre las redes sociales o encontrarse con la información sobre los acontecimientos más destacados del momento.
Contenidos para móviles, gratuitos y de pago
“Tenemos la intención de seguir colaborando con las operadoras de móvil para ofrecer contenidos gratuitos que sirvan de reclamo para otros de pago”, revela Makoto Otsuka, que el 28 de octubre participó en Barcelona en el ciclo de coloquios “10 en comunicació”, impulsado por la Fundació Espai Català de Cultura i Comunicació. En este punto, el subdirector de La Vanguardia digital, Enric Sierra, que compartió mesa de debate con Otsuka en la capital catalana, señala que los periodistas deben concentrarse “en contar historias, que es lo que mejor saben hacer”. “Por eso, estoy de acuerdo con que se busque alianzas con las operadoras”, añade. Y aclara: “No creo que debamos cobrarles a los lectores por los contenidos que ahora son gratuitos, quizá podamos hacerlo por nuevos servicios que aún no existen”.
Algunas de las magnitudes expuestas por el periodista nipón causan vértigo en cualquier profesional extranjero. Por culpa de la crisis, su periódico ha despedido a 2.000 trabajadores. Aún así, la empresa mantiene 300 sucursales en el país y cuatro grandes centros de trabajo, o “cuarteles generales”, como los denomina Otsuka, en Toquio, Osaka, Seibu y Nagoya. Los contrastes también se dan en la estructura de la redacción y en el reparto de tareas. Los editores están al servicio de ambos soportes, pero los periodistas, no. Con todo, unos y otros pertenecen a la misma empresa, una característica de la que difieren los redactores de La Vanguardia (impresa) y La Vanguardia digital, según admite Sierra.
Los periodistas del Asahi Shimbun de papel se encargan de la “información seria”: política, economía, etc.; los profesionales del cibermedio, de los “contenidos más ligeros”: vida social, moda, motor, etc. Así, entre el 70 y el 80 por ciento de las noticias que difunde Asahi.com provienen de la edición en papel. El resto son informaciones propias o compradas. Los servicios móviles, a su vez, se nutren del 70 por ciento de las noticias que preparan los periodistas de la empresa, desde cualquier lugar de Japón y sobre cualquier sección. La media de seguimiento del ciberdiario se sitúa alrededor de los 9,6 millones de páginas vistas al día; sobre los 290.000.000 al mes. Más datos que turban al observador occidental.
Josep Lluís Micó em Infotendencias
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